Testimonio: “Cuando hay tribulaciones comienzan las bendiciones” por Hna.Xu Ching Fen - Iglesia de Chong He, Taipei, Taiwan. (Traducido por HCh Hwang)
Fuente: Revista Mensual Espíritu Santo Edición Nro. 425 (Febrero de 2013)
Cuando las personas me conocen, ven a un ser completamente lleno de vida, por lo que muchos no pueden creer que estuve enferma de cáncer tres veces. Incluso hasta para mí misma es algo insólito. Si no fuese por la misericordia, la guarda y la gracia maravillosa del Señor Jesús, no sé cómo hubiera podido atravesar aquellos días de largas noches. Aunque por diez años mi cuerpo y alma pasaron por sufrimientos, sin embargo me bastaron las gracias del Señor.
Recordando cada etapa que Dios me acompañó traspasar, realmente me siento muy afortunada. Cada operación a la que me sometí, cada tratamiento que hice, siempre hubo en todo momento la ayuda de Dios. Toda vez que lloré, Él secaba mis lágrimas; cuando estaba abatida, Él me alentó con Sus palabras; cada vez que me encontraba atemorizada, Él me consoló y me añadió fe; cuando estuve débil, Él extendió sus manos para sostenerme. En tiempos de adversidades yo experimenté la maravillosa gracia y el amor del Señor Jesús.
A fines de 2001 me enfermé de cáncer de mama por primera vez, entonces fui operada en el hospital Mackay y me sometí a seis ciclos de quimioterapia (con Doxorrubicina), y a treinta y tres sesiones de radioterapia.
En mayo de 2010, nueve años después, reapareció el cáncer por lo que me operaron nuevamente y tratada con doce inyecciones de quimioterapia (de las cuales seis veces fueron con las potentes inyecciones de Paclitaxel).
En mayo del siguiente año, 2011, se detectaron que las cédulas cancerosas se habían extendido hacia los ganglios linfáticos (tenía un tumor en la axila derecha y dos tumores en la parte inferior del lado derecho de mi cuello), por lo que fui operada otra vez, y sometida a treinta y tres sesiones de radioterapia, debiendo también recibir por vía oral tratamiento de quimioterapia, pero como la administración no fue con inyecciones entonces mi calidad de vida no sufrió grandes cambios. Realmente estaba sorprendida, nunca me había imaginado que una enferma con cáncer metastásico pudiera librarse de internación y de inyecciones, y vivir normalmente en la casa. Fue realmente la gracia del Señor Jesús, agradecí al Señor por no haberme dado una carga más allá de lo que podía soportar.
Las treinta y tres veces de radioterapia duraron por dos largos meses, en ese tiempo transcurrido debo agradecer a la intercesión y acompañamiento de los hermanos y hermanas de la iglesia, además dar gracias al amor de dos hermanos que se ofrecieron para ayudarme con el viaje de traslado entre mi casa y el hospital Mackay de Tain Shuei turnándose entre ellos durante todo ese tiempo. Que Dios recuerde y conmemore el amor de todos.
Después de la cirugía, al mes siguiente me hicieron una tomografía por emisión de positrones (abreviada PET), el médico quería saber con certeza hasta dónde se habían propagado las cédulas cancerosas por vía linfática. Pero maravillosamente el informe dio resultado que me hizo experimentar nuevamente la gracia extraordinaria de Dios. El médico me dijo que solamente en la axila derecha, en el lugar donde me operaron, habían unos puntitos brillosos (serían restos mínimos no visibles de cédulas cancerígenas), y en cuanto a las demás partes del cuerpo no se visualizó ninguna imagen hipermetabólica (las cédulas cancerosas en la placa salen con mayor iluminación, por un mayor grado de captación del radiofármaco, eso significaba que no hubo extensión hacia otros órganos). A partir de ese momento mi vida fue como si hubiera vivificado, es la oportunidad de un nuevo renacer que el Señor Jesús me dio!
Normalmente las personas con cáncer de mama metastásico vía ganglios linfáticos no tienen tanta suerte como la mía. Conocí en el hospital pacientes amigas que tuvieron cáncer de mama por primera vez, pero sus cédulas cancerosas en pocos años se diseminaron a huesos o hacia otros órganos. En cambio, mi enfermedad sólo reapareció luego de nueve años, aunque se propagó al año siguiente, sin embargo, mi estado se mantuvo controlada, esto fue la maravillosa gracia del Señor Jesús para conmigo, también un milagro.
Luego después de casi ocho meses de tratamiento y seguimiento, el 27 de enero de 2012 volví de nuevo al hospital Mackay en Taipei para realizar un examen tomográfico computarizado de la parte superior de mi cuerpo, durante los días posteriores al examen mi estado de ánimo no era bueno, estaba preocupada por el resultado del estudio e intranquila por saber el grado de respuesta al tratamiento efectuado.
Gracias al Señor Jesús, un Dios que tiene misericordia y ama a las personas, Él vio mi fraqueza interna y mi falta de fe, por eso dos días antes de volver al hospital por el informe aconteció que, esa noche luego de la oración antes de recostarme, abrí la Biblia y justo vi Salmos capítulo 34, donde está escrito: “Este pobre clamó, y lo oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende. Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él!” Esas palabras me dieron un gran consuelo, y tuve confianza que el Señor Jesús me guardaría y haría cumplir mi petición.
Pasados dos dias, el primero de febrero, volví al consultorio para ver el informe, el médico me dijo: “El examen salió todo normal, no se detectó nada extraño.” Así se dio testimonio del acompañamiento de Dios. Y en ese momento me sentí muy agradecida, estaba también muy emocionada, siendo yo un ser tan diminuto, el Señor Jesús igual tuvo tanto cuidado de mí, y todas Sus palabras dadas para mí en consuelo ninguna se quedó en vana. Ante esta gracia tan maravillosa excitada dije frente del médico: “Gracias a Dios”, que toda la gloria sea para Dios! (gracias a Dios por estar junto al médico, para que los tratamientos establecidos por él dieran resultado efectivo)
Recordando todo por lo que pasé durante estos diez años, en todo y cada uno de esos momentos, el amor de Dios estuvo siempre allí conmigo, Él nunca se apartó de mí, y debido al acompañamiento del Señor fui más que una vencedora.
Recuerdo que el 2 de diciembre de 2001 (día posterior a la primera operación), estaba recostada en la cama, y escuché con claridad que fuera de la habitación en el pasillo un coro estaba cantando el himno 151 del himnario de la Verdadera Iglesia de Jesús (El Padre celestial te cuidará), y levanté la vista para mirar la hora, eran las diez de la mañana pasada. Oí claramente cada verso del himno, y luego las voces se silenciaron gradualmente mientras terminaba la canción. Ese acontecimiento en aquel momento fue realmente un gran consuelo para mí.
Durante el primer semestre de 2002, aunque me sometí a seis ciclos de quimioterapia vía inyección, y treinta y tres sesiones de radioterapia, nunca tuve necesidad de usar peluca (todavía podía atar una colita con mi pelo). Había preparado una peluca antes de iniciar la quimioterapia, pero no hubo necesidad de usarla. Incluso durante las sesiones diarias de radioterapia (con viaje de 3 horas, ida y vuelta), después de llegar a casa disponía todavía de fuerzas para preparar las cenas, realmente fue extraordinario!
En mayo de 2010 reapareció el cáncer de mama, en el mismo mes del año siguiente 2011 las cédulas cancerosas se propagaron vía ganglios linfáticos. Al comienzo estaba muy abatida, sentía que ya había llegado hasta el fin de mis caminos, casi desesperanzada. Pero en la Biblia dice: El fin del hombre es el comienzo de Dios. Nunca pensé que siendo alguien tan insignificante, Dios no sólo no desestima sino que más lo cuida. Dándome no solo paz sino una vida mucho más colorida que la de las personas saludables. La bendición que Dios me dio en verdad sobrepasó toda mi imaginación. ¿Lo puede creer?
A fines de 2010 terminé con los doce ciclos de quimioterapia, en abril de 2011 junto con mi hijo que estaba en el secundario hicimos un viaje a Europa, de turismo y para participar también en una exposición internacional de nuevos inventos. Visitamos amigos en París, paseamos por el museo del Louvre y la torre Eiffel, disfrutamos tomando trenes suizos y subimos a la montaña Jungfrau de los Alpes Berneses, experimentando la emoción de ver nieve en alta cumbre. Además después de la exposición, pudimos llegar todavía a tiempo hasta Holanda para ver la exposición anual de tulipanes. Fue realmente por gracia y bendición excepcional de Dios.
Después del viaje, ya de regreso en Taiwan, casualmente Dios me permitió descubrir mediante tacto un bulto bajo la axila derecha y otro en la parte inferior del lado derecho del cuello, sin embargo al hacer estudios, los resultados del análisis de sangre y del informe de la mamografía salieron todo normal. No obstante, gracias a Dios no tomé la situación a la ligera, sino que después de un mes de observación volví al hospital para realizar una cirugía ambulatoria, y finalmente se confirmó que era tumor maligno, era la diseminación de cédulas cancerosas hacia los ganglios linfáticos. Si no fuese por la guarda de Dios, posiblemente hubiera perdido la oportunidad de tratamiento.
Mi médico (cirujano de mama) quería organizar de inmediato un tratamiento de quimioterapia por inyección, en aquel momento me encontraba totalmente conmocionada, casi en colapso emocional (porque había terminado hacía menos de seis meses los doce ciclos de quimioterapia anterior, y ahora resultó que se extendió a los ganglios linfáticos), no sabía realmente cómo enfrentar esa cruel realidad. Maravillosamente luego de la cirugía de los tumores de los ganglios linfáticos, el médico que era también cristiano, me tomó de la mano y me dijo: “Ching Fen, no es que dejaste de importarme, ocurre que recién recé en silencio y me pareció mejor derivarte a la unidad de Hemato-Oncología para que recibas tratamientos más adecuados, sería de más ayuda…”. En esos momentos estaba muy deprimida, pensaba que tal vez porque no tenía más esperanzas por eso el médico me estaba mandando a otra unidad…, sin sospechar que en el plan estaba la voluntad maravillosa y gracia del Señor Jesús.
En la unidad de Hemato-Oncología, el médico cambió el tratamiento de quimioterapia vía inyección por el oral junto con otras treinta y tres sesiones de radioterapia. Eso permitió que mi cuerpo y alma tuviera descanso, no necesité soportar en tan poco tiempo nuevamente una presión grande y otro desgaste físico (fue por misericordia de Dios), así como también despreocupada de la caída de cabellos. Fue realmente un suceso excepcional para mí.
“Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos… Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré.” (Salmos 91: 9-15)
El Señor Jesús realmente es nuestro refugio, nuestra ayuda en momentos de adversidad. Solo hay que creer completamente en Él, hacerle peticiones, y Él hará cumplir nuestros deseos.
Sabemos que los enfermos de cáncer además de tener que soportar la dolencia física sufren además de miedo psicológico, algo mucho más difícil de superar, que solo se consigue si uno se apoya en el Señor Jesús, confiando únicamente en su ayuda, así se llenará de verdadera paz interior, se dejará de lado el temor y la angustia, para llevar una vida normal y mejorar el sistema inmunológico del cuerpo. En la Biblia está escrito: El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos. Para una persona gravemente enferma le es muy difícil tener un corazón alegre, únicamente por medio de la oración confiando que el Señor lo añadirá y cumplirá. Confía, y obtendrá.
Si alguien me preguntara: ¿Cuál etapa de tu vida, desde tu nacimiento hasta ahora, te parece que fue la más divertida, la más significativa, la más enriquecedora, la más feliz? Seguramente sin dudarme le respondería: fue los diez años en que estuve enferma, porque Jesús me cambió, permitió que mi vida espiritual creciera durante ese lapso de tiempo,
conseguí ver mis propias faltas, me acerqué mucho más a Dios, y pude tener más tiempo para pasarla con mi familia y apreciar más la interacción con mis familiares y parientes.
Antes solía ser intransigente con las personas, ahora aprendí de a poco a saber perdonar (porque el Señor Jesús también ha sido indulgente conmigo). Antes cuando enfrentaba situaciones ridículas o desagradables, fácilmente sufría altibajos emocionales, pero ahora mejoré y conservo más la calma. Debido a la enfermedad, poco a poco aprendí a ajustar mi estado emocional, mi actitud hacia la vida y mis pensamientos, todo fue la gracia de Dios. El haber experimentado adversidades, seguidamente me llegaron también las bendiciones del Señor (tribulaciones + fe + obras = bendiciones).
Aunque dejé de trabajar por causa de la enfermedad, mas reflexionándolo ahora, si no fuera por eso hubiera perdido mucho más cosas en la vida. Como por ejemplo, no hubiera tenido la oportunidad de bucear junto con mi familia en Maldivas del Océano Índico, tampoco ido a la isla Borácay de Filipinas disfrutando de todo tipo de juegos acuáticos, o ido a Disnelandia de Tokio, visitar Europa, llegar a conocer casi todos los lugares turísticos de Taiwan y sus delicias culinárias….; fuese escalar montañas o estar en el mar, lo hicimos todo en familia y con inmensa felicidad. Estas fueron las bendiciones que Dios me dio después de los días de tribulaciones! Realmente me siento muy agradecida.
Gracias a la presencia y el cuidado del Señor (incluyendo las tareas espirituales), gracias al apoyo y al acompañamiento de mi familia, gracias a la intercesión, el cariño y la ayuda prestada por los hermanos y hermanas de la iglesia, recibí de todos un amor sin límites. A través de mí se puede ver una cantidad innumerable de gracias de Dios y un sinfín de acontecimientos maravillosos en mi vida.
Tres veces con cáncer, aún pudiendo llevar una vida normal y plena, no recostada en la cama de un hospital, sino asistiendo las reuniones de la iglesia, viajando dentro y fuera del país, participando de exposiciones, hacer gimnasia, andar en bicicleta, nadar, cocinar, hacer arreglos florales, decorar la casa, organizar las actividades anuales del colegio de mi hijo, tomar media tarde con amigos, visitar librerías, hacer blog propio en la internet, caminar por la calle, etc.
¿Por qué mi vida puede estar tan llena de vida? ¿Por qué aún conservo las sonrisas después de tantas quimioterapias? ¿Por qué por mi apariencia física no logran ver una persona enferma? ¿Por qué mi apetito es la misma, sea antes con un tratamiento por inyecciones o ahora por vía oral? ¿Por qué mi sueño no perdió calidad a pesar de padecer cáncer tres veces? Yo sé muy bien, sin la ayuda del Señor Jesús no existiría el yo de ahora. Poder apoyarse en el Señor Jesús es grandioso, es verdadera felicidad! “Y sabrán todos los árboles del campo que yo, Jehová, abatí el árbol elevado y levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde e hice reverdecer el árbol seco. Yo, Jehová, lo he dicho, y lo haré.” (Ezequiel capítulo 17, verso 24)
Sólo creer, en Dios todo es posible! Gracias al Señor por permitirme dar este testimonio, que toda la gloria sea para el Dios verdadero que está en los cielos, que toda la paz sea dada a Sus amados y los que precisan de Su ayuda.-